Valldemossa es uno de esos pueblos que el visitante que llega a Mallorca no puede dejar de ver, por muchas razones: la conservación de su patrimonio, sus monumentos, su historia vinculada los visitantes más relevantes de la isla, su ubicación espectacular entre un valle de olivos, su riqueza cultural y gastronómica, y un largo etcétera.
La catedral de Palma de Mallorca o catedral de Santa María de Palma de Mallorca, más conocida entre los mallorquines por su sobrenombre en catalán, La Seu, está considerada como uno de los gigantes del gótico europeo por la altura de sus naves, no en vano posee el rosetón de mayor diámetro del mundo, 13 metros de diámetro, por el que se cuelan los rayos del sol de levante para iluminar el altar.
El castillo de Bellver o castell de Bellver es uno de los monumentos históricos más emblemáticos de la capital mallorquina. Situado como una gran atalaya a 112 metros de altitud sobre el nivel del mar, domina desde el siglo XIV la bahía de Palma hasta el cabo ‘cap blac’.
Al este de la isla de Mallorca, en la sierra de Llevant se encuentran las cuevas del drach o cuevas del dragón. No son las únicas de la isla, pero sí las más conocidas por ser las más grandes y espectaculares. Las cuevas del drach están formadas por un conjunto de 4 grandes cuevas bajo el suelo de Portocristo, a 25 metros de profundidad, en el término municipal de Manacor.
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